Hace un alto en su gira y viaja al Ártico con Greenpace para proteger el ecosistema
Impedir que se construya una presa en la
Patagonia, fomentar el uso del coche eléctrico, prestar su nombre para
promover campañas que intensifiquen el uso de paneles solares, o
aparecer ‘en cueros’ para denunciar el comercio con pieles de animales. A
estas causas ecológicas reivindicadas por los famosos se suma ahora la
expedición al Ártico que emprenderá Alejandro Sanz este
domingo para llamar la atención sobre el calentamiento del planeta.
«Quiero que mis hijos puedan pasear por las playas de Cádiz en el
futuro… Salvar el Ártico es salvar mucho más. Es la batalla
medioambiental más importante del momento, porque está en juego uno de
los pocos lugares del planeta donde aún existe un equilibrio
medioambiental y porque lo que suceda allí nos afecta a todos»,
sentencia el cantante en la promoción de la campaña impulsada por
Greenpeace.
Alejandro estará
acompañado por un equipo de la ONG. Quieren poner en el punto de mira el
deshielo que amenaza la zona ártica y la supervivencia de sus 100.000
habitantes, los Inuit. En su cuenta de Twitter el gaditano se ha
mostrado ilusionado con la excursión y hasta ha colgado una divertida
imagen de un ‘pack’ para resistir las bajas temperaturas que incluye una
mochila de ‘Dora la exploradora’ y un poncho de ‘Winnie Pooh’.
De vuelta el día 20
Muchas celebridades se han comprometido
con la defensa del Ártico. El ‘exbeatle’ Paul McCarthney, Robert
Redford, Pedro Almodóvar, Penélope Cruz y Javier Bardem son solo algunos
de los famosos que han logrado sumar a esta causa a más de tres
millones de personas.
La expedición ha abierto un paréntesis en la gira de Sanz, ‘La música no se toca‘,
aunque el cantante ha anunciado que estará de vuelta el 20 de julio. Le
urge que personas en todo el mundo se unan a Greenpeace a través de la
web www.salvaelartico.org
para declarar esta zona «santuario protegido». Esto es, que Naciones
Unidas proteja un buen trozo del Polo Norte «donde se prohíba la
extracción petrolera y la pesca industrial». Cualquier explotación,
denuncia el nuevo rostro verde de España, supondría un grave impacto en
la población, la fauna y la flora.

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