El artista, que llegó «un poco griposo» a su noveno concierto en el recinto coruñés, vio en el público su «mejor medicina»
Llegó pidiendo que no se tocará
música, pero él la tocó, y durante más de dos horas. Pasadas las diez y
media de la noche el rey del Coliseo se subió al escenario del recinto
coruñés a ritmo de acción. «Miro en el reloj, el tiempo corre porque es
un cobarde», fueron las primeras palabras con las que Alejandro Sanz
arrancó su concierto en A Coruña. Son los versos iniciales de Llamando a
la mujer acción, uno de los temas de su nuevo trabajo, La música no se
toca, que encendieron al público: casi 8.000 asistentes. Seis de ellas
acamparon, literalmente, la noche anterior en la puerta de atrás del
recinto, en el acceso a la zona premium. Equipadas con tumbonas y
sombrillas, disfrutaron de la soleada jornada las horas previas al
concierto para coger el mejor sitio y poder ver de cerca a su ídolo.
El cantante llegó al Coliseo a media
tarde para realizar la prueba de sonido, y en esta ocasión no pidió
«nada especial» (en su última visita se encaprichó con una ración de
percebes). Cuando las luces se apagaron, salió él. Vestido con unos
vaqueros, una camiseta negra y una blazier que no se quitó durante todo
el concierto. Saludó al público con un tradicional«Boas noites», pero no
fue hasta la segunda canción cuando entabló conversación.
«¿Cuántos conciertos llevamos? No lo sé, pero os prometo que este va a ser especial. Va a ser nuestra noche», dijo.
Después del primer título, el artista
fue alternando canciones nuevas y temas de discos anteriores. Así, el
segundo que sonó fue Cómo decir sin andar diciendo, seguido de Se vende,
del nuevo disco, y, a continuación, Desde cuándo. Así hasta llegar a su
gran éxito del Corazón partío, que sonó a mitad de concierto.
Durante las más de dos horas de
recital, hubo dos «menús degustación», una selección de temas de
siempre, entre los que incluyó El alma al aire, Quisiera ser o Hay un
universo de pequeñas cosas. El artista, que vio en el público coruñés su
«mejor medicina», ya que venía «un poco griposo», hizo un hueco en el
repertorio para recordar a su madre: «Cuando le decía que quería
dedicarme a la música, me decía que era un loco y que era una utopía. Lo
he dicho muchas veces, pero quiero repetirlo en A Coruña».
Después de Mi soledad y yo, que bromeó
con haber escrito «hace dos semanas», dejó paso a la presentación de la
banda de diez músicos que lo arroparon. Y terminó el concierto con otro
de sus clásicos: Si fuera ella. Esta vez no hubo propina. Ni un solo
bis.

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